DOÑA SONIA Y DON ADOLFO EN FARMACIA PRAT: MÁS DE 50 AÑOS A SU SERVICIO
Son los dos empleados con mayor antigüedad de la tradicional y única farmacia valdiviana que hace muy poco cumplió 55 años: la Prat.
A continuación, Sonia Bórquez y Adolfo Vásquez resumen en primera persona lo que han sido estas 4 décadas dedicados a la “salud” de la clientela local.
Sonia Bórquez:
“TRABAJANDO AQUÍ ME HE REALIZADO COMO PERSONA Y HE PODIDO AYUDAR A MI FAMILIA”
“yo empecé a trabajar en la farmacia Prat el 15 de julio de 1970. Me acuerdo perfectamente. El dueño era don Enrique Poelhmann quien, junto a su hijo, don Augusto, estaban a cargo de la farmacia. Recuerdo que mi primer sueldo fueron 5 mineros, porque así le decían al billete de 500 que tenía un minero como símbolo. Me alcanzó para comprar muchas cosas, porque en ese tiempo era harta plata.
En aquella época todo era muy diferente a lo de hoy, debido a que muchos productos se fabricaban en la farmacia misma, por ejemplo, había cremas de belleza y de masajes, tinturas, espasmolíticos, tranquilizantes, las cremas de nieve chilena, las gotas de Valeriana y la Belladona. Además se vendía mucho el licor de Launoil que se fabricaba aquí mismo y que usaba mucho la gente para el dolor de estomago. Lo simpático era que este licor debían tomárselo en el local, ya que no se vendía para llevar. Fue todo un boom.
Los perfumes los vendíamos por gramo, entonces la gente venía con sus frasquitos y lo traspasábamos por gotitas. Muy populares eran el Pachulí, Jazmín, Violeta y el Ave Rosa. Para el cabello estaban las cremas Junol y Laidelis, que eran las que se usaban a diario”.
MÁS QUE UNA FARMACIA, UNA FAMILIA
“Con todos estos años trabajando en la Farmacia Prat me ha tocado conocer muchísimas personas, clientes. Por lo mismo, soy bastante conocida, y esto lo puedo apreciar cuando voy a alguna oficina a hacer algún trámite, porque me conocen enseguida. Otras veces me encuentro en la calle con antiguos estudiantes que pasaron por acá, y al reconocerme me dicen ‘pero si usted estaba trabajando cuando yo estudiaba en la universidad, no me diga que todavía sigue en la farmacia’. Eso pasa seguido y es bastante gratificante.
Nosotros nos llevamos muy bien con la clientela del campo, de la costa, ellos te conversan toda su vida y les gusta que los saluden y que les pregunten cómo están, cómo se sienten. Mantenemos una relación muy cercana y muy bonita.
Mi labor consiste en verificar que no falte mercadería, hacer pedidos y atender al público, y lo que más me gusta de trabajar aquí, es la cordialidad que tenemos con las compañeras, porque somos como una familia y nos llevamos bien, también con la jefa. Trabajando aquí me he realizado como persona y he podido ayudar a mi familia, porque yo siempre he vivido con mis padres y he podido hacer muchas cosas. Es como mi segunda familia”.
Adolfo Vásquez
“HE ESTADO TRABAJANDO AQUÍ DESDE LOS 17 AÑOS”
“Yo entré el 4 de abril de 1968 a trabajar en la farmacia. Recuerdo que conocí a don Enrique Poelhmann en el Club de La Unión antiguo, por el año 62 más o menos. En el club había juego de palitroques y un chico y yo trabajábamos ahí recogiendo los palos. Don Enrique iba a jugar siempre, porque pertenecía a un club. Entonces pasaron los años hasta que en 1968 me dijo: ‘oye chico, te voy a dar trabajo en la farmacia para que no trasnoches más aquí’. Ya me conocía hace 6 años, y cuando me dio la pega tenía 17 años.
Mi labor era hacer los mandados, limpieza, despachar recetas, llevar medicamentos ala Clínica Alemana, etc. Luego aprendí a hacer de todo, ya que el patrón me enseñó a elaborar pomadas, a preparar los alcoholes alcanforados, las friegas.. aprendí de todo, desde abajo para arriba. Incluso en el tiempo que empezaron a escasear las cosas, en la Unidad Popular, hacíamos con don Enrique pomadas, Mentholatum y pasta de dientes.
Antes había varios productos que eran muy consumidos, como la Colonia Inglesa, Vitaminol, la pasta de diente Filodent, entre otros”.
SEGUNDO HOGAR
“Yo he estado trabajando en el mismo lugar desde los 17 años, por lo tanto conozco mucha gente del centro, de los negocios y de las tiendas, por lo que tengo que saludar a muchas personas cuando salgo a la calle.
Yo llegué a la farmacia cuando aún no estaba terminado el edificio donde hoy estamos, y el local fue el primero en funcionar aquí. La farmacia antes estaba en lo que es ahora el Paseo Libertad y en 1967 se instaló aquí, donde un año más tarde llegué yo.
Así que casi toda mi vida he trabajado aquí, y el grupo de la farmacia es como una familia, incluso a veces pienso que es mi hogar, porque estoy más aquí que en mi casa… jejeje.
En la actualidad tengo la misma función de siempre, claro que dejé de hacer algunas cosas porque ahora viene los productos envasados y no hacemos tantas pomadas como antes, pero sí preparo algunas cosas, como las friegas y otras”.