RONALDY FIGUEROA Y SU VIDA LIGADA A CASA LAGOS
A los 17 años comenzó a trabajar en la conocida tienda valdiviana, donde permaneció por más de medio siglo atendiendo a los clientes locales.
Ronaldy Alberto Figueroa comenzó su periplo como vendedor en Casa Lagos, la misma que posteriormente pasó a llamarse Lagosport. Claro que en aquella época estaba ubicada justo al frente donde hoy está el Café Ipanema.
Son más de 55 años desde que Ronaldy se alistó en lo que el denomina su gran pasión: el comercio. “Primeramente trabajé en lo que era Casa Lagos con los papás de los hermanos del mismo apellido, Don Malaquías. Después de terminada la sociedad yo ingresé a una nueva, llamada Hermanos Lagos Limitada, alrededor de comienzos de la década del 70”, señala.
En su paso por Casa Lagos recuerda que el rubro era un poco más extenso al deportivo, ofreciendo también “camisas, corbatas, ropa interior, géneros, etc. “En esos años no era fácil ser vendedor, no es lo que se ve ahora. Había que salir a la puerta a conversar con el cliente, a tratar de traerlo al negocio. Era algo mucho más personal. Con el pasar del tiempo me parece que no hay mucho interés por parte de las personas que trabajan en este ámbito en la actualidad. No sé cuál será la razón, pero en mi opinión no se le da la importancia que se merece el cliente. Tal vez era una cualidad de los vendedores de antaño, incluso si era posible ‘robarle’ un cliente a la tienda de al lado se hacía. De todas formas existía un buen ambiente, de mucho más entendimiento que en la actualidad”, recalca.
Por otro lado, la competencia que se vivía no era tan fuerte, aspecto que sí cambiaba diametralmente en los tiempos navideños, donde las puertas se cerraban hasta que se iba el último de los compradores: “cuando estaba con Don Malaquías, y especialmente por estas fechas, Casa Lagos siempre estaba atestado de público, muchas veces cerrábamos a las 23 ó 24 horas”.
AMABILIDAD Y PACIENCIA
Con la experiencia de toda una vida, enfatiza que nunca pensó por emprenderlas por su cuenta, lo suyo, como él acota, eran las ventas y por sobre todo un buen ambiente. El mismo que en su larga trayectoria lo han llevado a tener muy buenas relaciones con sus pares. “Gracias a Dios nunca he tenido he tenido roces con mis compañeros de trabajo, es más, donde me pedían ayuda o podía trasmitir mi experiencia, Io hacía con gusto".
Incluso recuerda una vez que tuvo que armarse de bastante paciencia ante un cliente un poco insatisfecho: “una oportunidad tuvimos escasez de mercadería, y un señor me retó porque no le vendíamos neumáticos. Yo le dije que no nos quedaba, pero él no entendía. Continuaba increpándome que los teníamos escondidos en alguna parte de la bodega… Tuve que pasarlo finalmente a ésta para que viera que efectivamente no teníamos lo que el necesitaba”.
Y tal vez, acciones como esa lo han hecho ser el ‘preferido’ de muchos clientes a la hora de las compras. Una fama que ha ganado con el tiempo y con su dedicada atención. “En primer lugar hay que ser amable y atender a todos por igual. En este rubro no se pueden hacer distinciones. También hay que entregar todas las facilidades y que el comprador sepa cuales son sus derechos. Por último, saber lo que se está vendiendo, las especificaciones del producto, así uno puede recomendar cierto artículo con toda confianza”.